El último 6 de diciembre, Víctor Hugo Antelo cumplió dos años como técnico de Guabirá, un registro difícil de alcanzar en este tiempo porque en el fútbol mandan los resultados y cuando las cosas van mal la primera cabeza en rodar es la del entrenador.
La estadía más larga en el último tiempo se había dado con Javier Vega al mando de Universitario, entre 2013 y 2015 y todavía parece imposible que alguien pueda igualar la marca que dejó Jorge Habegger con sus tres años (1986-1989) en su primer ciclo en Bolívar. Antelo dice que su proceso se sienta en dos pilares: la disciplina y el control del plantel.
— ¿Cuál es la fórmula para permanecer en un cargo que en nuestro fútbol es muy inestable?
— Es producto del trabajo. Guabirá venía de ser un equipo que siempre peleaba por el descenso de categoría, pero desde que llegamos implantamos otra manera de manejar el grupo y por ello se consiguió la clasificación a dos ediciones de la Copa Sudamericana, la primera este año y para 2019 ya tenemos un cupo.
La gente ha valorado los logros deportivos porque todo proyecto, por más que sea atractivo en los papeles, necesita ir acompañado de resultados.
— ¿Cómo se dio su llegada?
— Me llamó Rafael Paz, el presidente, porque la situación estaba complicada. El club era uno de los candidatos para el descenso de categoría y nos fijamos el objetivo de salir de esa situación y después de ello, aspirar a algo más.
En el plano deportivo conseguimos rápido resultados en busca de la permanencia, por ejemplo le ganamos 3-0 a The Strongest en Santa Cruz y sumamos otros buenos triunfos contra equipos grandes; ahí nos dimos cuenta de que el equipo no merecía estar en ese lugar incómodo.
Vi que el plantel tenía gente joven que no estaba jugando, porque seguro que para el técnico anterior no estaba en sus planes. Recuerdo que para el primer partido hice ocho cambios y dieron resultado.
Le dije al presidente que había un potencial en el plantel con jugadores jóvenes y que necesitaban apoyo de algunos futbolistas experimentados para aspirar a más y así, paso a paso, conseguimos una clasificación internacional que el club no tenía hace 25 años.
— ¿Cómo obtuvo el control total de la plantilla?
— Guabirá no está en las mismas condiciones económicas que Bolívar, The Strongest y Oriente Petrolero para traer refuerzos, pero pedimos traer la gente adecuada para el club.
Lo importante es que el presidente ha respaldado mi forma de trabajar, pues ni bien llegué separé a varios jugadores, incluso a utileros y kinesiólogos porque Guabirá era una fiesta antes de mi llegada. Sacamos a la gente que le hacía daño al grupo y mejoramos. El presidente respetó mi forma de actuar en cuanto a la disciplina.
— ¿Esas decisiones lo hicieron ver como el malo de la película?
— Es que Guabirá estaba acostumbrado a otra vida, así que llegué a cambiar la forma de ser y quedé efectivamente como el malo y ellos, de santas palomitas.
He tratado de que los futbolistas mejoren, por lo general vienen de una condición humilde y muchas veces no entienden que el fútbol puede ser una salida a la economía, que pueden tener mucho dinero jugando.
— ¿Cómo les llegó para que entendieran el mensaje?
— Primero, con el ejemplo de lo que uno hizo; luego, separé a jugadores importantes, ellos vieron que lo mío no era chiste, les dije que si cometían faltas dejaban el plantel y tuve desde el inicio respaldo del presidente. Prediqué con el ejemplo, jamás con amenazas.
— Sacó a un arquero por indisciplina y el reemplazante fue goleado dos veces...
— No fue fácil prescindir de algunos, pero ese es el camino.
Puse un arquero de 18 años, nos metieron seis goles en La Paz y seis en Oruro, pero había que tomar decisiones, no podía ser titular un tipo indisciplinado porque igual iba a perder. Lo saqué convencido de que a la larga íbamos a ganar, y se dio.
— ¿Qué significa cumplir dos años en un mismo club?
— Para mí es un motivo de satisfacción que la dirigencia crea no solo en mi trabajo sino en la forma que tengo para manejar los grupos. Tengo 41 años en esto (en el fútbol) y he aprendido mucho y he sumado experiencias sobre todo cuando yo era jugador
— Recuerde cosas que vio en su época de jugador...
— Cosas que permitían técnicos y dirigentes o ambos: que venía un jugador borracho a los entrenamientos, que dos o tres faltaban y nadie decía nada.
Cuesta cambiar, pero lo mío es buscar lo mejor para los jugadores que están bajo mi mando. Me siento parte del inicio de una nueva era del fútbol boliviano, de querer que los jugadores sean profesionales, y uno no solamente tiene que hablar sino hacer para ser serio.
— ¿Percibe que el fútbol boliviano se hizo más profesional o más disciplinado?
— Ha mejorado mucho. En la época en que yo jugaba había una frase conocida en el medio: ‘Si no bebes no puedes ser futbolista’, y sucedía. Llegaba un juvenil y los grandes se encargaban de eso; pero también había gente profesional que se cuidaba y daba buenas enseñanzas. Hoy hay algunos lunares que se deben separar.
— ¿Cómo hace seguimiento a los jugadores que llegan?
— Primero, que sea un buen profesional, pues lo de buen futbolista pasa a segundo plano. Averiguo su forma de vida porque con el tiempo te pueden fregar el proyecto.
— Guabirá ya dijo que quiere que se quede, ¿se quedará?
— Hay predisposición, seguro vamos a conversar para intercambiar criterios con calma. El desafío de jugar la Sudamericana me gusta, he hablado ya con los jugadores, les dije que un partido internacional es como 20 del torneo local y ellos están poniendo su mejor esfuerzo. En el grupo hay mucha gente humilde de pueblos del Beni y Santa Cruz y quedaron maravillados por vivir esa experiencia.
— ¿Cuánta gente hizo debutar en el plantel?
— Al menos 12 jugadores que están rayando bien; no es que los puse y luego desaparecieron. Me alegró que debutaran y dieran pelea por ser titulares, así se han consolidado en el equipo y algunos son inamovibles porque solo hay espacio para 11. He creado una competencia leal y saben que los elegidos son los que se desempeñan mejor en los entrenamientos y fuera de la cancha.
Perfil
Nombre: Víctor Hugo Antelo Barba nació en Santa Cruz, 2 de noviembre de 1962.
Familia: Casado con Rosmery Aguirre, tienen cuatro hijos: Paula, Víctor Hugo, Natalia y Victoria.
Marca: Como futbolista anotó 350 goles hasta su retiro en 2001.
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